La inmensa libertad musical de Ángel Luis Canales Canales tiene mucho que ver con la determinante influencia que sobre él ejercieron Rafael Cortijo, Ismael Rivera y la irreverencia del Combo de Cortijo en su conjunto.
La diferencia estuvo en que aquél par de albañiles no tenían para sustentar económicamente sus ideas (discográficamente hablando) mientras que Canales tenía suficiente debido al dinero ganado con su profesión de joyero tallador de Diamantes. Por eso no le bajó la cabeza a nadie, por eso no se plegó a contratos discográficos nada ventajosos e hizo su propio sello disquero, por eso jamás pagó ni sobornó a productores radiales, y se vistió como quería. Por eso los salseros conservadores lo vigilaban tipo CIA. Y Canales revolucionó todo a su paso: desde la vestimenta hasta los arreglos vocales y orquestales, las presentaciones y la escogencia de su repertorio.
Para 1970 Ángel Luis Canales había puesto su voz en un disco del pianista afroamericano Mark Dimond, y cinco años más tarde esa orquesta de Dimond pasó a llamarse “Ángel Canales y Sabor”, y con ella sellaría una impronta como pocas en el mundo de la salsa, desde su independencia total, hasta la libertad para los músicos, su revolucionaria cabeza rapada, y un vestuario que nada tenía que ver con los salseros, además de su voz, repertorio y arreglos. Ángel Canales grabó en 1979 el álbum “El sentimiento del latino en Nueva York”, y una exquisita versión de “Dos Gardenias”, de la compositora cubana Isolina Carrillo.
“El sentimiento del latino en Nueva York” fue una clarinada similar a la de “Imágenes Latinas”, el tema del argentino Bernardo Palombo presentado un año antes por el Conjunto Libre, en cuanto a sus contenidos de denuncia y clamor de justicia. “Es el sonido que el americano oye/ y no entiende”.
Musical infancia
Ángel Luis Canales nació el 29 de junio de 1950 en Santurce, Puerto Rico, siendo hijo de Ángel Luis Canales y Ana Ilda Canales. A los 8 años de edad ya estaba en Nueva York con sus padres, quienes gustaban de escuchar música romántica y también a Cortijo y su Combo. La canción campesina boricua también estuvo entre sus favoritas; era la canción jíbara de su pueblo. Con el tiempo Canales indicaría que Cortijo e Ismael fueron influencias determinantes para su periplo musical y social.
En esos años y en la escuela se inclinaba más por los talleres prácticos que por los libros y por eso se presentó a trabajar, recomendado por uno de sus profesores en una joyería donde a partir de ser mensajero aprendería todos los secretos del arte del tallado, pulitura y montaje de Diamantes. Se hizo todo un profesional, solvente, y con un extraordinario ojo clínico que le serviría de mucho posteriormente. Vista larga. Su nuevos amigos no hablaban en castellano, su idioma natal, pero por fortuna Ángel Luis contó con compañeros de su generación, y latinos como los hermanos Lebrón y el propio Willie Colón.
También aplicó vista larga a su pasantía por el ejército estadounidense y posteriormente supo asimilar las nuevas tendencias surgidas en la música que se hacía en Nueva York.
Arrancó en firme, como ya apuntamos, con el pianista Mark Dimond, (Markolino) quien había estado vinculado a Willie Colón. Con Mark puso su voz a algunos temas del álbum “Brujería” y luego, con la partida del pianista, la orquesta fue rebautizada como “Ángel Canales y Sabor”. Con esta Banda grabaría “Sabor” en 1975 y otros álbumes hasta llegar “El Sentimiento del latino en Nueva York” en 1979.
Dos años antes de la grabación de este álbum, en 1977 Ángel Canales hizo su primera visita a un país latinoamericano, Panamá, y el recibimiento que le dieron fue tal que luego escribiría un tema dedicado a ese país. Igual pasaría en su visita a Venezuela el 13 y 14 de noviembre de 1981 y que se convirtió en una conmoción musical de grandes proporciones en el Poliedro de Caracas. De igual manera en Colombia y Perú sintió la devoción del público de esas naciones. Tal vez no conocía el alcance de su trabajo y la proyección que ya tenía.
Para 1970 Ángel Luis Canales había puesto su voz en un disco del pianista afroamericano Mark Dimond, y cinco años más tarde esa orquesta de Dimond pasó a llamarse “Ángel Canales y Sabor”.
Para 1970 Ángel Luis Canales había puesto su voz en un disco del pianista afroamericano Mark Dimond, y cinco años más tarde esa orquesta de Dimond pasó a llamarse “Ángel Canales y Sabor”, y con ella sellaría una impronta como pocas en el mundo de la salsa, desde su independencia total, hasta la libertad para los músicos, su revolucionaria cabeza rapada, y un vestuario que nada tenía que ver con los salseros, además de su voz, repertorio y arreglos. Ángel Canales grabó en 1979 el álbum “El sentimiento del latino en Nueva York”, y una exquisita versión de “Dos Gardenias”, de la compositora cubana Isolina Carrillo.
“El sentimiento del latino en Nueva York” fue una clarinada similar a la de “Imágenes Latinas”, el tema del argentino Bernardo Palombo presentado un año antes por el Conjunto Libre, en cuanto a sus contenidos de denuncia y clamor de justicia. “Es el sonido que el americano oye/ y no entiende”.
Musical infancia
Ángel Luis Canales nació el 29 de junio de 1950 en Santurce, Puerto Rico, siendo hijo de Ángel Luis Canales y Ana Ilda Canales. A los 8 años de edad ya estaba en Nueva York con sus padres, quienes gustaban de escuchar música romántica y también a Cortijo y su Combo. La canción campesina boricua también estuvo entre sus favoritas; era la canción jíbara de su pueblo. Con el tiempo Canales indicaría que Cortijo e Ismael fueron influencias determinantes para su periplo musical y social.
El cantante y la orquesta
En esos años y en la escuela se inclinaba más por los talleres prácticos que por los libros y por eso se presentó a trabajar, recomendado por uno de sus profesores en una joyería donde a partir de ser mensajero aprendería todos los secretos del arte del tallado, pulitura y montaje de Diamantes. Se hizo todo un profesional, solvente, y con un extraordinario ojo clínico que le serviría de mucho posteriormente. Vista larga. Su nuevos amigos no hablaban en castellano, su idioma natal, pero por fortuna Ángel Luis contó con compañeros de su generación, y latinos como los hermanos Lebrón y el propio Willie Colón.
También aplicó vista larga a su pasantía por el ejército estadounidense y posteriormente supo asimilar las nuevas tendencias surgidas en la música que se hacía en Nueva York.
Arrancó en firme, como ya apuntamos, con el pianista Mark Dimond, (Markolino) quien había estado vinculado a Willie Colón. Con Mark puso su voz a algunos temas del álbum “Brujería” y luego, con la partida del pianista, la orquesta fue rebautizada como “Ángel Canales y Sabor”. Con esta Banda grabaría “Sabor” en 1975 y otros álbumes hasta llegar “El Sentimiento del latino en Nueva York” en 1979.
Dos años antes de la grabación de este álbum, en 1977 Ángel Canales hizo su primera visita a un país latinoamericano, Panamá, y el recibimiento que le dieron fue tal que luego escribiría un tema dedicado a ese país. Igual pasaría en su visita a Venezuela el 13 y 14 de noviembre de 1981 y que se convirtió en una conmoción musical de grandes proporciones en el Poliedro de Caracas. De igual manera en Colombia y Perú sintió la devoción del público de esas naciones. Tal vez no conocía el alcance de su trabajo y la proyección que ya tenía.
Valoración
Ángel Canales le aportó a la orquesta “Sabor” no sólo dinero; también aportó composiciones, libertad de trabajo y visión creativa de los arreglos, además de su liderazgo.
El conservadurismo comenzó a cuestionar al cantante de cabeza rapada que se autofinanciaba (algo insólito para entonces). Se convirtió en escándalo su manera de vestir, muy alejada de la salsa formal, las coreografías de su grupo y lo libre de todos para desenvolver la orquesta. No es un dato menor que sus músicos fueron los mejor pagados en ese tiempo. Un saxo barítono revolucionario, muy poco usado hasta entonces en la salsa, una trompeta de alto agudo (Como las de Arteta y Chaparro) y dos señores trombones daban cuerpo a la sonoridad; contó con dos excepcionales pianistas colombianos: Edy Martínez como arreglista y Joe Madrid como solista. Y además estaba la voz de Ángel Canales, sin complicaciones ni estereotipos.
La vigencia
Hubo nueve producciones discográficas de Ángel Canales entre 1975 y 1987, doce años productivos. Comenzó con dos casas discográficas pero luego decidió fundar su propio sello: Selanac, su apellido al revés y obtuvo notables éxitos, como el disco “Sentimiento del latino en Nueva York” y el grabado en vivo en Caracas en 1981 y titulado precisamente “El Diferente” con una increíble fotografía de portada, totalmente en dorado.
Decenas de miles de latinoamericanos y caribeños se identificaron y lo siguen haciendo con el canto y trayectoria de Ángel Canales. También es verdad que muchos le adversan. Opiniones que se dividen según el cristal con el que se mire la trayectoria e irreverencia de este boricua que se empeñó es demostrar que la salsa es algo más que salsa. Códigos, pues más allá de la música está el tema de la resistencia contra la industria cultural que busca someter todo a sus reglas.
También hay que contar con la forma de expresar la conciencia a través del canto, de la orquestación, de las letras. No se trata de darle palo al tiburón para después apuntalarlo. La conciencia va muy unida a esa resistencia de tantos músicos en el Caribe.
Canales no estuvo en las filas de grandes orquestas, ni fue un instrumentista virtuoso que estudió mil años. No. Canales se construyó a sí mismo a partir de elementos que lo marcaron, como su idolatría por Rafael Cortijo e Ismael Rivera, quienes tuvieron siempre mucho peso ideológico en él, y ya se sabe lo que significa Cortijo para la identidad del borincano. Canales cantó y su intención fue mas allá de su voz, y la superó.
Mucho se ha comentado que su actual retiro se debe al mal de Parkinson, pero Ángel Luis Canales está ahí, acude a invitaciones privadas de sus amigos y se mantiene en la línea de batalla de la salsa y de la vida. En la actualidad cuenta con 73 años de edad.
Fuente: elesurtv.net
https://www.telesurtv.net/telesuragenda/angel-canales-salsa-diferente-20230813-0016.html